
De Nuestro Liderazgo
Un mensaje del Mayor General (Res.) Doron Almog
Desde el sábado negro de Simhat Torah, el siete de octubre, el Estado de Israel se enfrenta a la crisis más profunda conocida desde su fundación. Es una crisis de terrible pérdida y de sensación de fracaso que sacude a cada uno de nosotros. Desde ese lugar, tan doloroso, debemos pensar no solo en el presente sino también sobre nuestro futuro aquí. Sobre la imagen de la sociedad israelí y sobre la manera en que reconstruiremos nuestro hogar nacional.
También en mi familia, esa grieta esta presente cada día. En aquel terrible día perdí dos familiares. Nadav y Yam Goldshtein Almog, padre e hija que fueron asesinados, mientras que la madre de la familia, Chen y tres hijos, Agam, Gal y Tal, fueron secuestrados despiadadamente y llevados al cautiverio en Gaza durante 51 duros días hasta que regresaron a Israel. Cuando regresaron, su viaje para afrontar la situación solo comenzó, un trayecto de reconstrucción a partir de una profunda grieta. Esta historia es también la historia de muchas familias en Israel. Toda la sociedad se vio afectada hasta sus raices, pero que paralelamente busca la fuerza para levantarse, recuperarse y construir un futuro.
El Estado de Israel no es sólo un estado soberano para el pueblo que se encuentra en Sión, es una expresión de la cooperación profunda entre Israel y el judaísmo de todo el mundo. Esta cooperación es una enorme fuente de fuerza e inspiración, y es la que nos permitió enfrentarnos a las más grandes conmociones en nuestra historia. Justo ahora, en medio de la peor crisis desde el establecimiento del estado, debemos fortalecer y recomponer nuestra cooperació, ya que sin ella no podremos asegurar nuestro futuro.
El dolor y el duelo llegaron a casi todas las casas de Israel. Tenemos una gran preocupación por el futuro de nuestro amado país.
Con la construcción de Sión nos consolaremos. Acción, acción y más acción. Transformaremos el dolor en acción integral. Acción para fortalecer la aliá como motor de crecimiento, para profundizar las relaciones con las comunidades judías en el mundo y en la inversión de la recuperación y la construcción de resiliencia social y de valores dentro de Israel. Sólo así podremos crecer de la crisis y otorgar un nuevo sentido al sacrificio y al dolor.
Esta recuperación no es solo física. Es social, comunitaria y de valores. La verdadera imagen de la victoria del pueblo judío no será medida solo en el campo de batalla, sino que también en una sociedad modelo que construiremos aquí, una sociedad que apunta a la excelencia en todos los aspectos, que se empeña en mirar adelante y nunca deja a nadie atrás.
Un mensaje de Mark Wilf
Han pasado dos años desde el 7 de octubre. Aunque el ataque golpeó el corazón de Israel, sus repercusiones se sintieron en todo el mundo judío. Para los judíos fuera de Israel fue un momento de duelo, de miedo y de profunda incertidumbre. En las semanas y meses posteriores vimos también un doloroso y fuerte aumento del antisemitismo en comunidades de todo el mundo. Sinagogas, escuelas e instituciones judías necesitaron de repente medidas de protección como nunca antes.
Y aun así, incluso en esos tiempos difíciles, fuimos testigos de algo extraordinario. Las comunidades judías, en todas partes, se movilizaron: se organizaron, actuaron y estuvieron presentes por Israel y entre ellas mismas. La Agencia Judía estuvo en el centro de ese esfuerzo: brindando asistencia urgente a las víctimas en Israel, apoyando a las comunidades de la diáspora y transmitiendo a los judíos, dondequiera que vivan, que no están solos.
El 7 de octubre nos recordó una verdad simple pero poderosa: la historia de Israel es inseparable de la historia del pueblo judío en su conjunto. Nuestra resiliencia depende de nuestra unidad. Frente a la tragedia nos apoyamos unos a otros, nos sostuvimos mutuamente y nos mantuvimos más firmes, porque lo hicimos juntos.
De cara al futuro, esa enseñanza debe guiarnos. Del dolor más profundo puede surgir una nueva fuerza. Si seguimos comprometidos unos con otros – Israel y la diáspora, hombro a hombro – podremos transformar nuestro duelo en determinación y nuestro dolor en un futuro de esperanza, seguridad y propósito compartido para las próximas generaciones.
Un mensaje de Yehuda Setton
Han pasado dos años desde aquel terrible día en Simjat Torá, pero la herida sigue abierta y muy presente en cada hogar de Israel.
El 7 de Octubre nos conmocionó como pueblo entero; el dolor es inmenso, la pérdida es inimaginable, y la ruptura está con nosotros cada día. Y sin embargo, en medio de la oscuridad, hemos encontrado la manera de convertir esta crisis histórica en acción compartida: como un solo pueblo.
De la ruptura ha surgido la capacidad de reconectar al pueblo judío: nuevos inmigrantes han continuado eligiendo Israel y construyendo aquí su futuro; ampliamos el trabajo de shlijut, enviando miles de jóvenes a comunidades alrededor del mundo y apoyando a miles de otros jóvenes en sus travesías hacia Israel. Hemos vinculado las comunidades judías de todo el mundo con las comunidades más profundamente afectadas aquí, y hemos lanzado programas e iniciativas importantes que fortalecen la resistencia y la pertenencia. Así, hemos convertido la responsabilidad mutua en una fuente de esperanza, reforzando el sentimiento de que somos un pueblo con un futuro compartido.
Al mismo tiempo, nos hemos asegurado de que nadie quedara atrás: hemos acompañado a los supervivientes y sus familias, hemos brindado apoyo a los reservistas, hemos fortalecido pequeñas empresas y gobiernos locales, y hemos activado nuestro Fondo para la Seguridad Comunitaria junto con nuestra red global de resistencia, a la luz del creciente antisemitismo. Al hacer esto, hemos transformado la solidaridad en actos concretos de responsabilidad, resistencia y esperanza.
La misión no ha terminado. Llevará muchos años sanar las heridas, reconstruir las comunidades y asegurar un futuro seguro y digno para nuestro pueblo. Y a través de todo ello, nos aferramos a la esperanza, rezando por el regreso de los rehenes y por la recuperación de los heridos, así como por días de seguridad y paz para Israel y para todo el mundo judío.




